Recuerdo que cuando vivía con mis papás y me enfermaba acudía a mi mamá y sin importar el dolor que me aquejaba ella siempre me daba Lertus (antiinflamatorio).
Cuando no había esa medicina, y además coincidía con que ella estaba muy cansada recurría a la solución Nº 2, con una dulce pero cansada voz me decía que regrese a mi cuarto, cierre los ojos y tenga "pensamientos bonitos".
Quién iba a pensar que esas eran mis primeras clases sobre la ley de la atracción y pensamientos positivos.
Solo una inteligencia privilegiada y corazon puro como los de Berenice pueden tener recuerdos tan llenos de dulzura
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